No es un sueño. Es una realidad tan grande como la Torre Eiffel. El Barça se proclamó ayer campeón de Europa por segunda vez en su historia en una ciudad majestuosa y con la épica que reclamaba la final. Se sufrió porque así se escribe la historia del Barça pero se venció, que era lo único que importaba. Este Barça se lo merecía más que ningún equipo del continente. Se lo habían ganado todos. Su entrenador, sus cracks, todos los jugadores del primero al último. Por juego, por hambre, por talento y por una afición única, que confió siempre en la victoria pese a que durante muchos minutos pareció escaparse. Anoche se hizo justicia en París con un club castigado por la mala suerte y todo gracias a un héroe inesperado, Juliano Belletti, autor del gol del triunfo al culminar una remontada tan agónica como meteórica, que levantó un 1-0 del Arsenal ya en la recta final del partido.

Fue una noche puramente cardíaca: se sufrió con lo mismo con que se ganó, con el corazón. Habrá que agradecerle a Valdés de por vida el partidazo que hizo, salvando en varias ocasiones a su equipo del remate final de un Henry que ayer se exhibió. Habrá que hacer lo propio con Samuel Eto'o, que puso la fe necesaria cuando se perdían creyentes en el triunfo con un gol sacado de las entrañas. Tampoco habrá que olvidar a Larsson, que intervino en los dos goles con sendas asistencias sublimando el significado de la palabra equipo y así habrá que seguir en la lista de agradecimientos nombrándolos a todos. A Ronaldinho, el origen de todo, a Deco, a Carles Puyol, que por fin hizo realidad su fantasía de infancia, levantar la Copa de Europa con la 'senyera' enganchada al brazo. A todos.

Las grandes finales suelen incorporar sorpresas pero lo da anoche fue una cadena de sobresaltos. Inició el carrusel Frank Rijkaard dando entrada a Van Bommel cuando era Iniesta quien tenía todos los números. La medida era poco fiel al libro de estilo y le tocó rectificar en el descanso al holandés. La segunda sorpresa fue ver la salida del Arsenal, en absoluto reservona. Los 'gunners' no esperaron al Barça en su terreno sino que los fueron a buscar. Una doble oportunidad de Henry en el arranque del encuentro, la primera de ellas clarísima tras un despiste en el eje central, dejó a la animosa gradería azulgrana helada. Pero Valdés había iniciado su recital.

Al Barça le costó encontrase cómodo y Ronaldinho, instalado en el centro, hizo el primer intentó de cambiar la decoración del partido. Dio un pase mágico, hilo conductor para la carrera de Eto'o, éste movió su cintura felina hacia la derecha quebrando a su vez la de Lehmann y Giuly fusiló a placer para caer de rodillas junto a gran parte de los culés. Pero el árbitro anuló la acción, mostró roja al meta alemán y le birló el gol al Barça. No aplicó la ley de la ventaja, perjudicó seguramente a los azulgrana pero dejó en inferioridad al conjunto londinense.

Los 72 minutos que le quedaban al Barça por delante no fueron siempre bien gestionados. Se jugó a impulsos la mayoría de las veces. Y se empezó a rozar la tragedia cuando Campbell, a balón parado servido por Henry, adelantó a los suyos. El once de Rijkaard se desencajó. Hubo golpes de resistencia, como el de Eto'o tras hacer un reverso estratosférico y disparar al poste, pero faltó continuidad y se llegó así al descanso.

Rijkaard aprovechó el parón para dar entrada a Iniesta, que sustituyó a Edmílson y evitó más pérdidas de balón, pero el Arsenal, dignísimo rival, se creció ante la adversidad y disfrutó de unos minutos en los que pudo sentenciar gracias a contragolpes de Henry y Ljungberg. Fue la entrada de Larsson la clave del encuentro. Pivotó en el borde del área grande y despejó el embudo en el que se había convertido el ataque azulgrana. Peinó primero un balón a Eto'o en banda izquierda que el camerunés enchufó y, acto seguido, con el adversario noqueado, desvió hacia la derecha para que fuera Belletti el matador. La locura se desató hasta el final. Ya nada podía impedir que el Barça levantara su segunda Copa de Europa.

El Rey español extiende su dominio a Europa. El éxtasis de Londres se repitió, sufrido, en París. La segunda Copa de Europa del Barça cayó con remontada (2-1), lo que da un valor añadido a la gloria, 14 años después de Wembley.
Dios aprieta, pero no ahoga. La mejor máquina de ataque del mundo terminó destruyendo al inabordable muro del Arsenal -con uno menos 70 minutos- en un acto de agonía que premió los retoques a tiempo de Rijkaard. Al grupo inglés, menos mal, no le bastó su táctica del avestruz, con nueve en la trinchera y Henry, imponente, amenazando a la contra, para defender su gol. Llevaban 10 partidos con la puerta a 0 y pintaban bastos. Eto'o, primero, y Belletti después -ambos asistidos por Larsson- desatascaron a un equipo que merecía subir al cielo del doblete por su exuberancia. Por su lucidez en España y en Europa después de dejar en la cuneta al Chelsea y el Milan, por ejemplo.

La segunda corona reivindica a Rijkaard, un entrenador que alteró su pizarra con la inclusión de Van Bommel por Iniesta y el cambio de posición de Ronaldinho -más centrado, como de falso centrodelantero-, y que a punto estuvo de pagarlo muy caro. Reordenación. Sus tres cambios de la segunda parte, Iniesta, Larsson -sus dejadas en los goles multiplican por mil su rentabilidad- y el lateral Belletti fueron capitales para que el Barça escalase su segundo Everest a tiempo. Por su parte, Wenger despreció el descaro de Reyes por Pires, pero fue más fiel a su filosofía de fútbol directo con Henry como punta de lanza. Hleb, de larguísimo recorrido, ejerció de chico para todo, Cesc llevó mucho el peso de la distribución y Ljungberg, otro futbolista con motor de reserva, no se cansó de lanzarse hacia arriba en compañía del '14'. Los 'gunners' temibles de este curso.

Arrancó el Arsenal como un tiro, unas fieras en una final a todo trapo. El 'fueraborda' Henry, cuyas tres primeras zancadas, su arranque, rivaliza en potencia con la de un velocista, amenazó dos veces seguidas al par de minutos. En la primera, un pase desde el costado de Pires ganó la acción claramente a Márquez, pero falló en la definición delante de Valdés, que obró el milagro con el cuerpo. Seguidamente se perfiló en la frontal, buscando ángulo de tiro tras amagar a Deco, para soltar un imponente latigazo desde la esquina que también replicó Valdés.

Poco a poco, con balones largos a las bandas, el Barça desentumeció músculos y trató de domar a la ONU inglesa, sobre todo al hiperactivo Henry. Pero faltó más creación y elaboración, la que no se tuvo por dejar a Iniesta en el banco. El Barça respiró un poco de aire soltando balones largos a Eto'o, al que Rijkaard colocó como un extremo izquierdo, partiendo desde donde lo hace Ronaldinho. Eboué es músculo y explosión, pero el camerunés, a la primera que le cogió la espalda tras un pase maestro de Ronaldinho que lo lanzó frente a la portería, empezó a decantar la final. O eso se suponía. Fue derribado por Lehmann, que salió a cazarlo fuera del área. El derribo, claro, a un palmo de la línea que marca el penalti. Roja directa al portero inglés en lo que hubiese sido gol de Giuly si el árbitro noruego hubiese aplicado la meridiana ley de la ventaja.

Con uno más, el Barça, ya en plan monólogo, se hizo el amo y Ronaldinho se dedicó en su posición más centrada a regalar pases interiores a las diagonales de Giuly y Eto'o. Ni por esas se taladró a la zaga inglesa. Al Arsenal le quedaban las contras hacia su galgo Henry o las jugadas a balón parado hacia las torretas de asalto. Y ahí fue donde se encontró el gol en una falta ejecutada por Henry que encontró un remate imponente de la bestia Sol Campbell, especialista en los bombardeos aéreos. El central, tan potente en el salto como lento de cadera, ganó la posición al pobre Oleguer.

El único error los condenó, pero a este Barça le sobran armas y poder de reacción a un mínimo que la dirección se diese cuenta. El último tramo del primer acto fue un acoso continuo sobre la portería inglesa. Eto'o, que recibió otro regalo interior de Ronaldinho, dejó seco a Campbell con un control dirigido y media vuelta de libro. Soltó un gatillazo a quemarropa que sólo los reflejos de Almunia y el palo evitaron que fuese gol. El mejor fútbol de Europa, a prueba. No merecía el Barça irse por detrás del flexible muro defensivo de músculo, coordinación y rapidez que forman los Eboué, Touré y Ashley Cole. Campbell, como comprobó Eto'o, es su lado más desgastado y lento, y por ahí se debía seguir hurgando, porque Ronaldinho seguía su cátedra de pases interiores sin destino cierto.

Rijkaard echó mano de Iniesta por el gris Edmilson y el Barça tuvo más toque en corto, salida y velocidad de balón. Los ingleses, los genios del fútbol eléctrico, seguían en su ejercicio de supervivencia, todos muy juntitos y coordinados hasta tener la posibilidad de lanzarse arriba. Iniesta pronto mostró la equivocación de Rijkaard de sacarle del once con una jugada en la que se metió hasta la cocina. Eso sí, al chico le falta lucidez en el disparo de gracia. Le cuesta el gol cuando en todo lo demás -regate y pase- es un superclase.
Por momentos, Iniesta y Ronaldinho, en sus afrentas personales, eran la gran esperanza ante los 10 atrincherados de Londres, con Henry mostrando sus poderes en una galopada de él contra el mundo en la que dejó tirados a Márquez y a Puyol. El Barça se agarraba a la imaginación frente al rigor del músculo y un francés irreductible que lucía su zancada y sus disparos que hicieron sudar a Valdés.

Así, hasta que apareció el mejor Eto'o en una jugada eléctrica que en la que Larsson, providencial, prolongó de espaldas hacia la carrera del camerunés. El viejo Samuel ganó la espalda otra vez a Eboué y la clavó al palo corto de Almunia. Ya a contrarreloj se lanzó la carga final de caballería: a degüello para hacer añicos una maquinaria defensiva que parecía irrompible. Se consumó en otra jugada fulminante en la que Larsson -tras un envío interior, cómo no, de Iniesta- dejó con picardía a Belletti. El defensa, lejos de sus dominios, decidió como un delantero. La gloria, merecida y sufrida, era azulgrana. Segunda Copa de Europa con el regusto de la remontada ante un equipo que no regaló nada y que defendió su ventaja con la vida y con Henry

ALINEACIONES

Barcelona: Valdés; Oleguer (Belletti, m.71), Puyol, Márquez, Van Bronckhorst, Edmilson (Iniesta, m.46), Deco, Van Bommel (Larsson, m.61), Giuly, Ronaldinho y Eto'o.
Arsenal:
Lehman; Eboué, Touré, Campbell, Cole, Gilberto Silva, Cesc Fábregas (Flamini, m.74), Pirés (Almunia, m.19), Hleb (Reyes, m.85), Ljungberg y Henry.
Estadio: Saint Denis. 80.000 espectadores.
Árbitro: Terje Hauge (NOR). Mostró cartulina amarillas a Eboué (m.22), Henry (m.51), Oleguer (m.69) y Larsson (m.90+3). Expulsó con roja directa a Lehman (m.18).
Goles: 0-1, m.37: Campbell. 1-1, m.77: Eto'o. 2-1, m.81: Belletti.